1887. Eduardo Sívori.
Además de la temática social, también el desnudo fue un género desarrollado por algunos artistas de la época, como Eduardo Sívori (1847-1918) y Eduardo Schiaffino. Aun con diferencias en su concepción, sus obras provocaron debates y críticas cuando fueron exhibidas en su época.
El despertar de la criada (Le lever de la bonne), de 1887, fue realizado por Sívori especialmente para ser presentado en el Salón Anual de París de ese año. El protagonismo dedicado a la sirvienta –desnuda– provocó a la prensa parisina que criticó tanto el tema elegido como la manera en que el artista argentino presentaba a la protagonista. Con un cuerpo robusto, despeinada, las evidentes deformidades de su pie en primer plano, dando vuelta una media, la mujer es mostrada por el artista en el momento del despertar y a punto de colocarse su uniforme de trabajo que, ubicado en primer plano, refuerza el título de la obra. El interior del cuarto contiene unos pocos muebles: una mesita de luz de madera, la cama de hierro en la cual se sienta la mujer.
En París nadie criticó la manera en que Sívori había resuelto el desnudo (el cuerpo se consideraba bien dibujado e iluminado por una luz que llega desde la parte superior izquierda), pero este no era agradable de ver. El género del desnudo era indicador del buen oficio del pintor que lo llevaba a cabo: en las clases de dibujo se trabajaba con modelo vivo, analizando el cuerpo del modelo en distintas posturas, estudiando sus detalles anatómicos. Resolver de manera correcta el dibujo del cuerpo humano era fundamental en la producción de un artista.
Esta obra fue enviada por Sívori desde Francia como un informe de su trabajo, pero en Buenos Aires se la expuso en la Sociedad Estímulo de Bellas Artes, aunque en forma privada: solo con invitación especial se podía ingresar a la sala para poder observarla. En ese momento, aún no había una cultura muy desarrollada para valorar una temática de esas características.