1945. Benito Quinquela Martín.
Óleo sobre tela, 200 x 164 cm.
Benito Quinquela Martín (1890-1977) nos muestra en Elevadores a pleno sol el momento de la descarga de cajas desde los barcos recién llegados. La escena principal se destaca entre el paisaje urbano, que se ve detrás: la ciudad con altos edificios y las fábricas en plena producción que acompañan el trabajo de los hombres se muestra como una expresión de deseo, como una aspiración al progreso del barrio.
Quinquela no busca retratar y no le interesan los detalles, solo el gesto de las espaldas curvadas y rostros mostrados con imprecisión intencional ,que destacan el esfuerzo. Es el empaste el que acompaña la espátula o el pincel del pintor. Es el gesto de la mano del artista el que se evidencia con el uso de pinceles anchos y espátula. Es el trazo enérgico el que se hace presente en la vibración del agua. Una fuerte diagonal hacia la derecha permite ubicar los elevadores y más construcciones y hombres trabajando. Los colores altamente saturados tiñen la composición otorgándole una luz particular.
“A todo hombre que sueña le falta un tornillo”, decía el artista que instituyó, junto a su amigo el ceramista Lucio Rodríguez, lo que se convirtió en la famosa Orden del Tornillo, con la cual fueron homenajeadas 322 personas entre 1948 y 1977. Entre ellos había escritores, diplomáticos, artistas, universitarios, ministros y hasta príncipes: recibir esa distinción era ser considerado como un “loco” honorífico, un soñador eterno, un genio amante de la magia de la vida. La ceremonia de entrega incluía un festejo donde se servían -¡qué otra cosa!- tallarines de colores.