El arquero Heracles, de Émile Bourdelle

1909. Bronce. 56 x 31,5 x 58 cm.

Émile Bourdelle (1861-1921), discípulo y ayudante de Rodin, buscará su propio camino alejándose de la influencia dominante del maestro. Así, mientras Rodin trabaja con superficies ondulantes donde la luz se desliza creando contrastes, Bourdelle propone formas que se reducen a planos geométricos, con lo cual adquieren un carácter arquitectónico, estructural. El escultor señala: “Había en mis estudios y en todo mi trabajo una fuerte influencia del estilo de Rodin. Pero habiendo penetrado al interior de sus conocimientos, supe de una vez servirme de ellos para un objetivo opuesto al suyo. Yo escapaba de la brecha, del plano accidental, para buscar el plano permanente. Buscaba lo esencial de las estructuras, dejando en segundo plano las ondas pasajeras” (catálogo Émile-Antoine Bourdelle, MNBA).

En El arquero Heracles el artista pone de manifiesto su admiración por el arte clásico. A comienzos del siglo XX, sin adscribir a los movimientos de vanguardia y buscando alejarse de las formas académicas, Bourdelle recupera las formas de la escultura griega arcaica y las de la Edad Media. Por una parte, encuentra en las obras del pasado un orden arquitectónico, esencial; por otra, los personajes míticos lo acercan al humanismo que supone amenazado por la modernidad. En este sentido, reinterpreta el mito de Hércules/Heracles, quien en uno de los trabajos debe eliminar con sus flechas las aves del lago Estínfalo. El cuerpo del héroe expresa el movimiento cargado de tensiones que se revela en la musculatura y en el equilibrio dinámico de los miembros.