1963. Carlos Alonso.
Papel, acrílico y carbonilla sobre tela. 200x 200 cm.
Donación Simona Mallah, 1984.
Carlos Alonso (1929) retiene en esta obra los últimos años del maestro Lino Enea Spilimbergo (1896-1964), cuando el artista estaba solo y enfermo. La línea y el color transgreden la apariencia de lo real a través de distorsiones y exageraciones formales. La superficie y la pureza del medio pictórico tradicional están alterados por la inclusión de objetos extrapictóricos: la venda que alude a las heridas, el cotín de colchón, que hace referencia a la cama. A través de ellos, Alonso nos acerca enfáticamente a la realidad representada.
La obra forma parte de toda una serie de retratos donde el artista parece homenajear a Lino Enea Spilimbergo y también a la pintura: recordemos que en esos años se había decretado “la muerte de la pintura”, y otras prácticas artísticas como el happening se proponían como alternativas expresivas acordes a los nuevos tiempos. Cuando algunos artistas habían presionado sobre los límites de la pintura hasta negarla, Carlos Alonso la recupera proponiendo una reflexión sobre el oficio y sobre su maestro.